El supuesto maquillaje de última hora no ha logrado disimular lo que es una evidencia de grandes dimensiones: Cantabria es una de las regiones perdedoras de los Presupuestos del Estado para 2021 y por tanto la alianza PRC-PSOE en Cantabria y en las Cortes Generales en Madridm no solo no rinde los frutos positivos que se prometieron, sino que incluso arroja rendimientos negativos.
Hoy queda claro para todos los cántabros que, salvo que cuenten con gobiernos del Partido Popular que permitan retornar a un periodo de grandes inversiones como el que tenía programado desde el Ministerio de Fomento el santanderino Íñigo de la Serna, nuestra desventaja va a ser creciente y, para tapar esto hecho, vamos a presenciar una demagogia no menos creciente. Y es que personas que han fallado en sus promesas de 2.000 puestos de trabajo para Torrelavega ahora hablan de 9.000 empleos, no menos ficticios que aquellos, en otra parte de la región. Es todo un despropósito tan grande, que yo no dudo de que, en 2023, si no antes, se tendrá que dar una gran corrección y rectificación exigida por la ciudadanía. Porque esta legislatura puede ser para Cantabria un cuatrienio perdido, pero además perdido en un contexto dramático generando por la pandemia de covi-19.
Uno entiende el voluntarismo con el que personas que se sentirían mejor si España como tal desapareciese del mapa apoyan los Presupuestos de la coalición PSOE-Podemos. Algunas regiones, las de casi siempre, han obtenido inversiones muy abultadas y no lo esconden, sino que presumen de ello. Para Cantabria, donde las inversiones del Estado bajaban a pesar de ser el presupuesto de carácter “expansivo” (no lo era para nuestra región, precisamente), el maquillaje de última hora es solo la demostración de que el regionalismo en Cantabria no maraca ninguna diferencia. Si nos gobernase un gobierno monocolor del PSOE en Peñaherbosa sacaríamos exactamente lo mismo, y a veces piensa uno que incluso más, a la vista de algunos errores de bulto en la gestión regionalista.
Como miembro del equipo de parlamentarios populares que representamos a Cantabria en Congreso y Senado (y los del Partido Popular somos cinco de los nueve que tiene la región en total), me entristece profundamente todo esto. La continuidad en los grandes proyectos es una cualidad esencial del éxito de una gestión, y desde la moción de censura de 2018 no ha habido más que interrupciones, retrasos y desinterés. Es claro que se ha abandonado, a todos los efectos prácticos, la famosa reivindicación del ferrocarril de alta velocidad con Bilbao. Pero es insólito que un partido haga de un tema como este la bandera casi absoluta de una campaña electoral y a los pocos meses lo tire al cesto de los papeles. No hay seriedad ni rigor, y así es difícil que una región emprenda los proyectos que aseguren su prosperidad.
Todo va con muchísimo retraso y con un entorno de incertidumbre brutal. Desde las conexiones ferroviarias con Palencia hasta las integraciones ferroviarias en cascos urbanos como Torrelavega. Los terceros carriles Laredo-Vizcaya y Polanco-Santander llevan más de dos años en dique seco. La comarca del Besaya aún espera que el ministerio de Industria se moje en un plan de recuperación para toda la zona. Todas las vías que han de mejorar valles interiores y puertos de enlace con la Meseta (Desfiladero de la Hermida, Variante de Potes, San Glorio, Los Tornos) están manga por hombro.
Pero es que después de tanto tiempo ya de gestión socialista conjunta con el regionalismo, no hay ni herencia recibida ni excusa que valga. Hay por na parte falta de voluntad de actuar en Cantabria en la medida que se necesita, y que en otros lugares sí se realiza, y por otra parte una falta total de actitud reivindicativa por parte del PRC. Como el PSOE sabe que el PRC jamás romperá con ellos, la posición negociadora del regionalismo vale cero patatero, y lo único que se les concede son gestos para la galería, para cubrir titulares de un día, pero que no aportan nada al desarrollo de nuestra comunidad.
Es importante que la ciudadanía de Cantabria cobre conciencia de esta preocupante situación. No solo el Gobierno de España actual no tiene interés en nuestra tierra, sino que con el regionalismo al mano Cantabria tiene menos fuerza que nunca. Si el PRC acepta convertirse en la marca “ Blanca ” del PSOE, deberá asumir esa responsabilidad ante la población de Cantabria. Por nuestra parte, el PP seguirá propugnando los grandes proyectos que Cantabria necesita, y que con la actual situación, que con este Gobierno nacional, ni recibe ni recibirá.
La fuerza de Cantabria solo puede estar en un apoyo mayor a dicho programa de inversiones por parte de fuerzas políticas coherentes y comprometidas como el Partido Popular. Y de los representantes socialistas en Cortes poco puedo añadir. Si rebajar la inversión un 14% en un año de recesión económica les parecía una magnífica noticia, digna de aplausos entusiastas, supongo que ahora, con el maquillaje, se habrán desmayado de alegría. Porque si lo primero era el mejor presupuesto posible, ¿cómo explicar que lo inmejorable ha sido mejorado?
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