Desde su creación, el complejo industrial de Sniace en Torrelavega ha sido uno de los grandes motores de la economía cántabra y especialmente de la comarca del Saja-Besaya. Son 80 años de historia que ahora terminan con un proceso de liquidación del grupo y de cierre ordenado de las instalaciones. Es difícil exagerar la magnitud de este problema. En los “parones” de los años 90 del siglo pasado y en el de 2013, la compañía buscaba su continuidad con cesiones a tres bandas: acreedores, trabajadores y administraciones. Pero ahora se hallaba en la situación posterior a un concurso de acreedores muy complicado. Por tanto, cualquier tropiezo podía acabar en liquidación. Como se sabe, el tropiezo ha sido el recorte del Gobierno PSOE-Podemos-IU a las retribuciones por cogeneración, que se habían convertido en salvación de Sniace en su difícil transición hacia otras gamas de producción, con inversiones que estaban en curso, como se ha podido verificar.

El PSOE ha cerrado Sniace, aun si consideramos que la empresa ya venía con problemas. Esto es como si alguien que ya estaba muy enfermo muere atropellado por un coche y decimos que no ha sido culpa del coche, sino de que estaba muy enfermo. Pues no, la causa es el coche, y aquí la causa es el PSOE y el talibanismo de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en cuestiones energéticas. Para muchas otras industrias en Cantabria y en el norte de España, los recortes a las ayudas que mitigaban los altos costes energéticos de las empresas españolas suponen una amenaza terrible. Para Sniace, ha supuesto directamente la defunción. Discutirlo es ocioso y solo ánimo interesado de correr un velo sobre una irresponsabilidad política mayúscula.

No se debe engañar a los ciudadanos: ni a los directamente damnificados por el cierre, ni a la opinión de Torrelavega y de Cantabria. Una vez en liquidación, no será fácil que ningún presunto “caballero blanco” se haga cargo simultáneamente de las instalaciones de Sniace, de las deudas pendientes con los acreedores, de lo que han perdido los accionistas grandes o pequeños, o de la dimensión y convenio de la actual plantilla de trabajadores. Las ONGs industriales no existen. Por otro lado, una liquidación es un proceso complejo, que se podrían judicializar por quienes crean que tienen algo que ganar o perder, y que está en manos ajenas a gobiernos, parlamentos y sindicatos. Esos tiempos pasan a ser ritmos administrativos muy lentos. Mientras tanto, Torrelavega y Cantabria reciben un impacto brutal. La pregunta es: y ahora, ¿qué?

En primer lugar, PSOE-Podemos-IU tienen que renunciar al recorte de la actual situación energética de Sniace (y de otras factorías cántabras), que este caso pasa por la cogeneración. En segundo lugar, por tanto, deben retirar inmediatamente, como pide el PP, la orden que reduce las ayudas a cogeneración. En tercer lugar, deben proteger nuestras industrias frente a sus competidores dentro y fuera de la Unión Europea, que disfrutan de precios más bajos tanto en el mercado eléctrico como gracias al apoyo oficial. Esto supone, en consecuencia, cambiar por completo el agresivo diseño del Estatuto del Consumidor Electro Intensivo.

Y en conjunción con todo ello, PSOE-Podemos-IU tienen que apostar por la castigada zona industrial de Torrelavega y su comarca. El Gobierno del Partido Popular incluyó en los Presupuestos Generales del Estado de 2018 una partida específica para la reindustrialización de la comarca, pero el primer proyecto presupuestario presentado en 2019 por el Gobierno del PSOE la eliminó. No es posible empezar desde ya a contrarrestar el declive económico, súbitamente acelerado por el derrumbe de Sniace, sin un plan de actuaciones importantes para revitalizar el sector. PSOE-Podemos-IU tienen que hacerse cargo de la situación de Torrelavega, en gran medida provocada por ellos mismos.

En cuanto al Gobierno de Cantabria, que tiene transferidas importantes competencias en industria, se ha constatado la ausencia total de proactividad, previsión y anticipación. Actúa yendo siempre por detrás de los acontecimientos, quejándose de decisiones tomadas en Madrid por quien también gobierna en Cantabria, y aparentando reivindicación cuando en realidad nunca se pone sobre la mesa el verdadero argumento. El PRC no parece considerar que por el futuro de la industria de Cantabria merezca la pena arriesgar su confortable coalición con el PSOE.

El Partido Popular fue un factor esencial para la viabilidad de Sniace tanto en los años 90 del siglo pasado, con especial protagonismo del consejero José Luis Gil, como en estos últimos tiempos, con la gestión del consejero Eduardo Arasti y su equipo, que lograron, entre otras medidas, que Sniace entrara en el grupo especial de cogeneración y tuviera derecho a mayores ingresos por la producción de electricidad, y así desde este concepto apoyar la viabilidad de la empresa. Esa “muleta” es lo que las ministras socialistas de Industria y Transición Ecológica se han llevado por delante y sin ella el paciente ha caído a plomo en solo un par de semanas.

Quiero que estas últimas líneas sean de ánimo para Torrelavega y su entorno. Por nuestra parte, bajo la dirección de nuestra presidenta María José Sáenz de Buruaga y con la solidaridad ya anunciada de Pablo Casado y su equipo en Madrid, haremos todo lo que esté en nuestra mano por ayudar a la industria de la región y a la industrialización de Torrelavega, con medidas serias y generosas, sin vender fantasías del momento que luego ya hemos visto lo que dan de sí. Vamos a estar constructivamente con lo que Cantabria necesita.

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El PSOE cierra SNIACE