Hace días expliqué en estas páginas la necesidad de apoyar al Partido Popular para proteger España desde Cantabria, es decir, lograr más escaños populares para que España vuelva a ser gobernada con sensatez económica y garantía de unidad constitucional. Los tristes hechos de Cataluña han demostrado que esa necesidad es cada vez más sentida: desde Cantabria debemos contribuir a un nuevo rumbo nacional, y el mejor instrumento es el PP, un partido que ha sacado ya al país de dos graves crisis económicas (en 1996 y en 2011) y que ha neutralizado también dos veces el separatismo, derrotando a ETA con una estrategia de rigor democrático y al independentismo catalán con la ley y la Constitución en la mano.

Pero es que también hemos de proteger a Cantabria desde España; también una mayoría popular es necesaria para activar la agenda de desarrollo de nuestra tierra. Desde que gobierna el PSOE, las inversiones en Cantabria se ha paralizado, y el PRC lo único que logra es que le firmen autógrafos y “vuelva usted mañana”.

Si hablamos de autovías, el nudo Sierrapando-Barreda de la A-67 solo se ha ejecutado en un 5%; el nudo de acceso a Raos solo un 12%; de los terceros carriles Santander-Torrelavega y Laredo-Vizcaya no se ha hecho prácticamente nada; y la vital autovía A-73 Aguilar-Burgos está totalmente en veremos.

Si hablamos de ferrocarriles, el impulso que dio el Gobierno del PP con el ministro De la Serna a la línea de alta velocidad hasta Reinosa se ha parado por completo, entrando en una incertidumbre absoluta de fechas. La duplicación de vía de Renfe entre Santander Torrelavega se ha troceado en varios proyectos menores y solo se ha impulsado uno muy corto entre Santander y Muriedas. De las cercanías se siguen haciendo promesas, pero, año y medio después de la moción de Sánchez con Iglesias y los independentistas catalanes y vascos, el ciudadano exige realidades que no ve por ninguna parte. La integración ferroviaria en Torrelavega fue aplazada en secreto por ADIF y los gobiernos regional y municipal PRC-PSOE, que se lo ocultaron a los ciudadanos hasta después de las elecciones. Y el llamado tren de altas prestaciones a Bilbao no ha hecho más que lanzarse a una licitación de consultoría de alternativas, cuyo estudio concluirá allá por 2022. Es decir, nada concreto ni cierto ni próximo.

En materia de industria, no hay claridad de compromiso ni con la transformación energética de Solvay ni con zonas industriales como La Pasiega o Campoo. En cuestiones ambientales, existe una contradicción total de la ministra Ribera con las autoridades cántabras sobre los espigones de La Magdalena, pues ella obliga, si se renuncia a los diques, a renunciar por añadidura a los rellenos de arena. Es decir: Santander se quedaría sin las playas de La Magdalena y Los Peligros. En el Besaya la situación no es mucho mejor. Como hicieron con el soterramiento, ahora se esconde a los ciudadanos hasta después de las elecciones la decisión de ubicar frente a Requejada la nueva EDAR, a pesar de la oposición de los vecinos de Polanco y de su alcaldesa regionalista, mientras sus compañeros miran hacia otro lado.

Y si tocamos más temas, hay que recordar que, hasta la fecha, en las obras de Valdecilla, los 285 millones que ya han venido fueron todos aprobados y diseñados por Gobiernos del PP, mientras que los socialistas han aportado cero euros (pues lo entregado por la ministra Montero lo fue con el Presupuesto de Rajoy-Montoro que ya lo preveía). En dinero para Valdecilla, el PSOE nacional está por estrenar, aunque ha gobernado España una década en este siglo.

A todas estas razones podríamos agregar una larga lista de asuntos, como la desatención a ganaderos y pescadores, el riesgo para las familias cántabras de una fuerte subida de impuestos por un futuro gobierno Sánchez-Iglesias que ya se prepara, el desinterés por atender a nuestras comarcas víctimas de inundaciones, la lentitud en los accesos a Liébana y otras obras en puertos importantes de montaña como San Glorio o Los Tornos… En fin, todo un cúmulo de situaciones que, desde que Sánchez sustituyó a Rajoy, han ido metiendo a Cantabria en el pozo oscuro de los retrasos y del “no se sabe”, cuando antes había certezas y ministros comprometidos con nuestra tierra.

Para proteger Cantabria desde España se necesita PP, y desde luego con tres senadores del PP, pero también, puesto que es el Congreso quien elige Presidente del Gobierno, tres diputados del PP. Que nuestros diputados, junto con los de las demás regiones, sumen para una investidura del cambio en España. Lo que suman otros diputados, y para dónde suman, ya lo hemos visto en julio. El interés de Cantabria es otro distinto: retomar el tren de inversiones que descarriló con la llegada de Sánchez a La Moncloa. Tres diputados y tres senadores populares serán la mejor apuesta de Cantabria para volver a horizontes de prosperidad.