Después de 18 años de experiencia profesional en una compañía industrial multinacional, en abril de 2019 acepté el reto de hacer nación y hacer región como candidato número dos al Congreso en la lista del Partido Popular de Cantabria, en el que milito hace más de 33 años, lo cual siempre ha sido un gran orgullo para mí. Ahora, nuevamente la dirección del PP en Cantabria y la nacional me honran al contar con mi persona para una nueva cita en las urnas, esta vez como candidato al Senado. Si el Congreso supone una gran responsabilidad, porque es allí donde tiene lugar la investidura de Presidente del Gobierno, el Senado no le puede ir a la zaga: la Cámara Alta constituye, como se vio al aplicar el artículo 155 de la Constitución hace dos años, la salvaguarda parlamentaria de la unidad de España y, por tanto, de la convivencia pacífica entre los españoles.
Sin un Senado dispuesto a frenar en seco desafíos como el planteado por el independentismo catalán, la unidad constitucional de España estaría en grave riesgo, y la convivencia podría desembocar en fenómenos violentos. Sin un Senado decidido a aplicar la doctrina democrática, el secesionismo catalán se envalentonará, con sus planes para a crear un grave problema para lo que resta del siglo (en primer lugar, a los propios catalanes, que padecen esa deriva en sus vidas cotidianas).
El actual presidente socialista del Senado se declara “federalista” y solo le falta manifestarse republicano. Su jefe de filas, Pedro Sánchez, no hace ni dos años que pronunciaba conferencias proclamando España como “nación de naciones”. Es evidente que un Senado en manos del PSOE y de los nacionalistas no ofrece garantía de respuesta firme y clara a los desafíos del catalanismo radical, y mucho menos con la sempiterna ambigüedad electoralista del PSC, como se ha visto en la reciente moción de censura contra el presidente Quim Torra, moción que los socialistas catalanes no han querido apoyar. Solo un Senado con clara mayoría de centro derecha puede poner freno a los planes de los que quieren romper España y generar en Cataluña un trauma social de enormes proporciones.
Y ahora, a lo práctico. ¿Cómo podemos los cántabros proteger nuestra querida España con el voto al Senado en las elecciones del 10 de noviembre?
Cantabria elige cuatro senadores por un sistema puramente mayoritario: las cuatro personas que más votos obtengan serán los senadores por Cantabria. Aquí no caben especulaciones sobre que un reparto proporcional pueda dar algún escaño a algún partido pequeño. Aquí el resultado, desde las primeras elecciones de 1977, está clarísimo: el partido que gana al Congreso tiende a llevarse siempre también, por inercia del votante, tres senadores; y el segundo partido se queda con el senador restante. Por ello es importantísimo que el PP quede en primera posición en el Congreso, pero también que, en caso de un resultado ajustado, los electores de centro derecha concentren sus votos al Senado en los únicos tres candidatos con posibilidades reales de salir elegidos y sumar para esa “mayoría de un posible 155”: los candidatos del PP.
Ya en abril pasado mi compañero Javier Puente fue el senador cántabro con más votos, porque algunos electores de Ciudadanos y Vox lo apoyaron. Pero como solo lo apoyaron a él, y no a los demás candidatos populares, los tres senadores siguientes fueron los del PSOE, que engrosaron la mayoría de Sánchez y el nacionalismo en el Senado. La lección de abril debe recordarse: hay que respaldar a los tres candidatos del PP (no a uno o a dos) si no se quiere favorecer a la izquierda. Porque con menos de 80.000 votos ningún candidato de ningún partido cántabro puede aspirar a convertirse en uno de los cuatro senadores electos. Y seamos realistas: esa cifra no está en elecciones generales al alcance ni de Ciudadanos, ni de Vox, ni del PRC. Solo del PP.
Cantabria debe proteger a España desde el Senado: hay que juntar los votos en los tres candidatos del PP, también por algunas razones adicionales que en otro momento espero detallar. Pues hay que proteger al mismo tiempo Cantabria desde España. Y para eso el PP resulta cada vez más indispensable en ambas cámaras de nuestras Cortes.