Esta semana conocí que he sido infectado por el coronavirus que tiene atribulada a España y a toda la comunidad internacional. Soy, pues, uno más de los miles de compatriotas afectados, decenas de miles, por esta pandemia. He tenido que añadir, a mi aislamiento domiciliario, medidas suplementarias para proteger a mi entorno familiar, aparte de hacer seguimiento de mi propia situación, por si hubiera que comunicar nuevamente con los médicos.
Me encuentro relativamente bien, con síntomas moderados, y confío en poder vencer a este adversario que se nos ha venido encima. Vayan mis ánimos más intensos para todos los que también están infectados, y algunos con síntomas muchísimo más molestos que los que a mí me han tocado, y para sus seres queridos. Mucha fuerza y mucha esperanza. Porque contamos con unos profesionales sanitarios de matrícula de honor, y con muchos otros colectivos que están velando por toda la sociedad ahora: cuidadores de personas mayores, productores y comercializadores de alimentarios, farmacias y ópticas, todo el transporte, fuerzas y cuerpos de seguridad, militares, entidades sanitarias y sociales sin ánimo de lucro, trabajadores de las industrias que siguen funcionando, de los servicios que nos proporcionan agua, energía, o las tareas de los puertos Todos en una labor necesaria y comprometida.
También sé que hay un gran esfuerzo de los que trabajan desde la distancia, pero trabajan con no menos empeño desde su confinamiento: los maestros y profesores que mantienen contacto con los estudiantes, los periodistas que nos informan, todos los que nos teleasisten, los centros culturales y bibliotecas que ponen recursos a disposición remota. A todos, mi enhorabuena y reconocimiento. También a las empresas y ciudadanos que se han puesto a suplir carencias oficiales y a confeccionar por sí mismos mascarillas y otros materiales de protección o prevención contra el coronavirus. Qué gran ejemplo de la capacidad y el sentimiento de una comunidad. Hay que sentir orgullo por pertenecer a esta Cantabria.
Así pues, la situación nos exige esperanza, fe y una buena dosis de disciplina. No hay vacuna todavía; no hay medicamentos claros y rápidamente aplicables de manera masiva. Por tanto, nuestro escudo más importante contra el enemigo es la distancia, el aislamiento: no ponerle fácil el paso de un contagiado a un no contagiado. Hay que cortarle los caminos, y sus caminos son nuestros contactos cercanos, lo que tocamos varios, lo que no se desinfectó. Hay que perseverar y ser más tozudos que el Covid-19. Hay que resistir y echarle paciencia, porque la paciencia vencerá.
Como miembro de las comisiones de Industria y de Derechos Sociales del Senado, estoy lógicamente muy preocupado por el choque económico que las medidas contra el virus, necesarias, provocan en hogares y empresas; e igualmente por el impacto que este choque puede tener sobre el bienestar social alcanzado por los españoles después de seis años de durísima lucha contra la gran recesión de 2008-2014 y de conseguir una velocidad de crecimiento muy notable en el contexto europeo. Se han tomado unas primeras medidas, realmente similares en los países de Europa central y occidental, en materia económica. Van en la buena dirección y son necesarias. Pero no deberían quedarse cortas, ni en lo empresarial ni en lo laboral. Hemos de lograr que esto sea, económicamente, un mero paréntesis de susto, pero que no deje daños duraderos ni en la capacidad productiva ni en los ingresos de los hogares. Habrá que reconstruir, sí, pero cuanto menos se destruya ahora, menos habrá que reconstruir luego. Y es más barato salvar ahora situaciones que buscar más tarde como hacer surgir situaciones nuevas.
Antes del virus, había en Cantabria clamores de ganaderos y de la industria, y grandes dudas sobre la evolución de otros colectivos, como los autónomos. El virus cae ahora sobre una economía regional que ya venía desacelerada, tocada (el caso de Sniace, sin ir más lejos) y con muchos riesgos en el horizonte, como una factura energética que dificulta la competitividad. Se va a necesitar una gran labor conjunta entre administraciones para acelerar la recuperación, y también para tener nuestra sanidad mejor preparada y alertada ante futuras epidemias de este tipo.
Los que no necesitéis salir, quedaos en casa, por favor. Los que tengáis que hacerlo, tomad las debidas precauciones. Es un virus muy contagioso y tomar distancia es ponérselo crudo. Pero no dudo que entre todos, conseguiremos que este terrible episodio que estamos viendo estos días, con mucha angustia, pasará y en unos meses estaremos trabajando, con más fuerza si cabe, por este gran país llamado España y una región que es Cantabria.
Por último, si permiten, quisiera agradecer los cientos de mensajes de afecto y solidaridad que estoy recibiendo estos días, de amigos, familiares, de compañeros de partido asi como miembros de otras fuerzas políticas , muchas gracias a todos.