Mientras el partido gobernante de Cantabria se dedica a homenajear a consejeros ante cuyos ojos ciegos se robó a manos llenas a los cántabros en contrataciones amañadas, la región no deja de recibir un palo tras otro. Antes de que surgiera el escándalo de los trenes, el señor Revilla se empeñó en colocar sus dos mensajes principales, preparando ya el argumentario para justificar otros cuatro años de coalición con el PSOE. Primer mensaje: Cantabria va bien. Segundo: Pedro Sánchez cumple. De pronto, el fiasco ferroviario y el monumental caso de corrupción en la Consejería de Obras Públicas regionalista echaron por tierra la doble y gratuita afirmación: ni Cantabria va bien (porque la están robando a manos llenas ante consejeros que no se enteran o no hacen por enterarse), ni Pedro Sánchez cumple.

Todos los sucesivos datos económicos y sociales siguen abundando en que Cantabria con Revilla y el PSOE no va bien, sino mal. El reciente estudio de Funcas, el servicio económico de las antiguas cajas, uno de los más prestigiosos de España por su trayectoria, estima que en 2022 Cantabria fue la penúltima región en crecimiento económico y que en 2023 será la última de todas. Tras el rebote poscovid, la inanidad de la gestión PRC-PSOE y los incumplimientos de Sánchez vuelven a dejar a nuestra comunidad a la cola del país. Esto significa menos oportunidades de negocio y de empleo para nuestros ciudadanos. Y también datos como la afiliación a la Seguridad Social demuestran que llevamos ya cerca de dos años de creación de empleo muy débil, muy por debajo de la media nacional.

Es por ello inaceptable que estos gobernantes que muestran tan pobres resultados se den homenajes a sí mismos. Los ciudadanos de Cantabria, a quienes se han robado muchos millones de euros, de sus impuestos, para financiar comidas en restaurantes de la Guía Michelín donde se planeaba cómo seguir robando, asisten estupefactos a este ejercicio de soberbia y vanidad por parte del PRC. ¿Están orgullosos de que bajo su gestión directa algunos hayan saqueado el dinero de Cantabria? ¿Están orgullosos de la corrupción? ¿Van a hacer ese mismo homenaje si se roba también en Educación, o en Medio Rural, o en Presidencia, o en Industria?

Cantabria va mal porque algunos hace ya mucho tiempo que solo piensan en su propio interés partidista y prefieren cerrar los ojos y seguir disfrutando de las mieles del poder. Hace ya mucho tiempo que no se ve en la gestión de Cantabria, ni en la relación de Cantabria con el poder central, ningún plan de desarrollo regional que merezca tal nombre. La política viaria y ferroviaria es, por lo que se refiere al Gobierno central, lamentable. Obras retrasadas y obras sin compromisos. Auténticos blufs como el supuesto tren con Bilbao o las Cercanías. La viaria propia, ya la hemos visto: un latrocinio al más alto nivel de la administración. No ha sido un empleadillo precisamente quien había organizado la trama.

Por otro lado, no hay política industrial de ningún tipo. Una tómbola y mala de subvenciones no es una política. Nuestra industria electrointensiva ha sufrido lo indecible. Sniace lleva tres años en liquidación gracias al PRC y el PSOE. Y si continúan gobernando, además de jabalíes lo que habrá en Sniace será lobos, corzos y hasta buitres. La inquietud por el futuro de Reinosa ha provocado incluso manifestaciones. La tomadura de pelo con los años y más años que se lleva prometiendo nuevo suelo industrial es antológica. Nuestro porcentaje de I+D+i sobre el PIB es ridículo y muy inferior al español, después de 20 años de coalición de PRC y PSOE.

Cantabria tampoco va bien en el campo, ahogado por los lobos y por los costes, por la falta de diversificación y por considerar que la tómbola de subvenciones es una política. No lo es, y por eso el campo está cada vez más frágil, cuando, bien gestionado, sería un auténtico espacio de oportunidades para Cantabria.

En cuanto al comercio y los servicios, hace ya muchos meses de la evolución de la cifra de negocio del sector es notoriamente inferior a la media de España. Pronto se van a cumplir dos años de esa tendencia constantemente negativa.

Ni Cantabria va bien, ni Pedro Sánchez cumple. A cambio de unos impuestos muy elevados, la gente solo recibe auto-homenajes y demagogia, pero no resultados. Cantabria no está para fiestas políticas de celebración de nada. Porque está en la cola del crecimiento económico y del empleo, y tiene unas perspectivas muy poco halagüeñas.

Nuestra presidenta y candidata  a la presidencia de Gobierno Regional María José Sáenz de Buruaga propone una Cantabria completamente distinta: una región favorable a la inversión empresarial, a la creación de oportunidades profesionales para la gente, y con unos servicios públicos modernos y eficientes que no sean un conflicto continuo; una región que cuide de la Cantabria rural y que apueste por las familias, no por los okupas; por el control del gasto público, no por tejemanejes como el de Obras Públicas o el del servicio Cántabro de Salud, recientemente sentenciado; una región donde la gente mayor se sienta segura y la joven se vea con horizontes de hacerse con una vida autónoma.

Estoy seguro de que, cuando lo analicen retrospectivamente, los regionalistas se percatarán de que ese homenaje al consejero que se sentaba sobre un nido de corrupción a gran escala constituye un error (por no decir otra cosa) grave. La necesidad y urgencia del cambio político en Cantabria nunca ha sido tan patente.

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