Es ya de todo punto incomprensible la pasividad del Ministerio respecto de la autovía Aguilar-Burgos, que en realidad es Santander-Burgos-Madrid y vital para Cantabria

 

El último recuento de situación actual de la autovía Aguilar de Campoo-Burgos (A-73) cabe calificarlo con diversos adjetivos, entre los cuales “lamentable”, “inadmisible”, “patético”, y otros similares no desentonarían nada.

Dicha autovía es fundamental para el desarrollo de Cantabria. ¿Por qué? Porque conecta directamente por autovía Santander y Burgos. Y porque esta ciudad castellana es un distribuidor, a su vez, en primer lugar, por autovía hacia Madrid norte (por un trayecto mucho más corto que el rodeo por Valladolid y el túnel de peaje de Guadarrama); en segundo lugar, por la autopista ya “liberada” como autovía AP-1 hacia Miranda de Ebro, que a su vez distribuye hacia Álava y valle del río que nace en Fontibre; y en tercer lugar, por la autovía A-12, ya en construcción por la parte norte de la cordillera Ibérica, con Logroño y, por tanto, Pamplona, Zaragoza, Barcelona y el corredor mediterráneo.

Es, entonces, la A-73 la única garantía de una plena integración de la columna vertebral de la economía cántabra, el eje Bahía de Santander, Corredor del Besaya y Campoo-Los Valles, en todos esos espacios que con una fluida comunicación con Burgos se logran: constituyen hoy por hoy las zonas más más ricas de la España peninsular, como señalan sus datos de producción y bienestar.

Debido a esta importancia para Cantabria y para otras comunidades que a su vez se beneficiarían de un mejor acceso al Cantábrico, el Partido Popular ha impulsado siempre esta infraestructura, que el ministro Álvarez Cascos puso en movimiento administrativo hace casi 20 años. De sus diversos tramos, sin embargo, solo el Burgos-Quintanaortuño está en servicio, y solo el de Pedrosa de Valdelucio a Báscones de Valdivia se encuentra hoy en obras. Hay tres tramos entre Quintanaortuño y Pedrosa, y otro entre Báscones y Aguilar, absolutamente paralizados, que ni se actualizan a la normativa actual (porque con tanta demora los proyectos envejecen escandalosamente) ni se ponen en licitación y ejecución.

Todas estas paralizaciones han sucedido con gobiernos del PSOE. La primera, con José Blanco en 2010; y la segunda, en 2018 con José Luis Ábalos, cuya llegada frenó en seco la reactivación que había impulsado el ministro cántabro de Fomento Íñigo de la Serna. Tres años después, no hay claras perspectivas de reanimación de esta inversión. Y esta pasividad me resulta incomprensible, no solo desde el amor a mi tierra cántabra, sino como senador que debe pensar también en el porvenir del conjunto de España.

Y es que hay, desgraciadamente, muchos ejemplos de “España vaciada”, pero uno de los más evidentes es el del norte de Castilla y el sur de Cantabria, que caminan hacia una despoblación casi total en solo una generación, con los problemas económicos, ambientales y de desequilibrio territorial que ello va a implicar. La función compensadora que autovías conectoras con grandes ejes económicos peninsulares pueden tener para todos espacios es indudable: pasan a ser espacios importantes para asentamientos empresariales, para innovación agraria, para turismo sostenible y para operaciones logísticas. La transición del sector del transporte hacia modelos menos contaminantes garantiza, además, que los tráficos tendrán un impacto ambiental mucho menor que el actual de combustión de derivados del petróleo.

Una localidad en despoblación cántabra, palentina o burgalesa puede, así, por su nueva conexión viaria y la calidad de su territorio (menos masificado, más económico, más humano), encontrar un horizonte para atraer profesionales jóvenes que allí asienten sus hogares y comiencen una “repoblación”, mil años después de la repoblación cristiana de la meseta norte.

Las zonas en riesgo están muy claras. Todo el norte de Burgos entre la capital y Aguilar. Toda Cantabria al sur de Los Corrales de Buelna. Toda Palencia entre la capital provincial y Aguilar. Por eso los parlamentarios nacionales de Burgos, Palencia y Cantabria nos reunimos en Aguilar para lanzar un mensaje suprarregional por la A-73. Una parte significativa de la “España vaciada” podrá convertirse en “España repoblada” si esta autovía se ejecuta con agilidad y se le permite dar sus frutos. Hay que considerar que, por ejemplo, Mataporquera podría estar a dos horas justas de Logroño cuando esté concluida la A-12, y a menos de tres de Madrid. De pronto toda Cantabria central, y especialmente la meridional, se conectaría también al corredor económico del Ebro.

Así pues, la A-73 es al mismo tiempo nuestro Santander-Burgos-Madrid y nuestro Santander-Burgos-Zaragoza-Barcelona. De ahí la gravedad de la paralización actual. Y, asimismo, la gravedad de los problemas de la A-12, especialmente el tropiezo del Ministerio al adjudicar el primer tramo desde Burgos a una oferta excesivamente baja que ha terminado empantanando esa obra. Aunque siempre tendríamos la opción de enlazar desde Burgos con Miranda de Ebro, es mucho más directo el acceso a Santo Domingo de La Calzada atravesando la cordillera Ibérica.

Sería deseable en este punto una rectificación conceptual profunda del PSOE, y muy indicadamente de los socialistas cántabros y castellano-leoneses. Sin desdecirse de las conexiones con Valladolid o Bilbao, la verdaderamente estratégica hoy es la de Burgos desde Campoo.

 

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